Hay una serie de islas en el Lago Tana en las que monjes ortodoxos viven como ascetas de otros tiempos. Sumidos en sus rezos diarios, sobreviven con apenas nada, mientras custodian antiguos objetos sagrados.
Su humilde vida está dedicada a velar con esmero una herencia cuyo origen se ha perdido en el principio de los tiempos.
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