Durante los 174 kilómetros que separan las ciudades de Bahir Dar y Gondar, pude disfrutar de algunos paisajes sorprendentes. También tuve la oportunidad de coincidir con personas entrañables, como esta familia que trabajaba en el campo, cerca de la curiosa formación geológica conocida como "el dedo de Dios". Gente tan humilde como amable.
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