Coge la fotografía como un pequeño tesoro y se dedica a observarla durante varios minutos. Después, levanta la cabeza y satisfecha, me devuelve una mirada de aprobación y agradecimiento.
Me gusta pensar que esa fotografía todavía sigue allí, en lo profundo del valle del Omo y me imagino historias en las que ese pequeño trozo de papel es el protagonista...
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